Pedro Lahuella nació en Bahía Blanca, Argentina, allá por el 1968, pero a la edad de dos años lo trajeron para la capital. Cuentan las anécdotas familiares que éste fue un gran desarraigo para Lahuella, que no paró de hacerle la vida imposible a sus preocupados padres y hermana durante todo el trayecto en auto.Quizá fue allí, mirando hacia atrás por el vidrio del coche, que nació en él el poeta, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas y se quejaba del hambre, el frío, de su entrañable casa -que es de donde quería salieran las soluciones a sus reclamos-, y de un mural que no vería más, donde una salerosa española danzaba a la vida. Lo cierto es que Pedro, con el tiempo, comenzó a volcar sus pensamientos y emociones en los papeles, servilletas, boletos y demás. Fue después de que se rompiera su gran amor, que Pedro perdería la memoria emotiva y su historia hubiera pasado al olvido, de no ser por aquellos escritos celosamente guardados. Fue así, leyéndolos, que pudo rearmar su memoria. Por eso el nombre de Lahuella. Sus escritos son, para él, como las migajas que permitieron a Hansel y Gretel encontrar el camino de retorno a su hogar interno.
sábado, 6 de octubre de 2007
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